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“Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo” Colosenses 3:23-24 NTV
Pon atención a lo que dice el apóstol Pablo, cuando haces todas las cosas de corazón para el Señor, entonces esto anula todas las ambiciones de impresionar a los demás, porque ¡Todo lo que haces, lo haces para el Señor! ¡Qué glorioso!
Tomemos ejemplos de la vida práctica laboral: Por lo general la persona trabaja un poco más rápido y con más dedicación cuando está su superior, pero cuando este se va ya no es lo mismo, sin embargo, esto revela una gran verdad sobre la persona, se nace con un instinto de preocuparnos para agradar a otros y sobre lo que los demás piensan de uno. Esto siempre ha sucedido ¿Por qué Pablo escribió acerca de esto? Porque esto ocurría en su tiempo y él era consciente de la debilidad de estas personas, pero nos exhorta a nosotros los hijos de Dios a que seamos totalmente diferentes cuando escribe a los hermanos de Éfeso: "No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo con buena voluntad, como al Señor y no a los hombres." Efesios 6:6-7
Pero quiero que tomes en cuenta lo siguiente: Aunque el hacer las cosas para Dios es lo primario, como añadidura o resultado también vas a agradar a otras personas, pero cuando haces las cosas como prioridad para gradar a los hombres no pasará mucho tiempo para darte cuenta del corazón de aquellos a quienes sirves, porque cuando cometas un error o equivocación o hagas algo desagradable es casi seguro que no te van a perdonar y ya no cuentan todas las cosas buenas que durante mucho tiempo hiciste. Si tú no estás preparado para este proceder de tus semejantes siempre vas a vivir defraudado, resentido, con raíz de amargura en tu corazón. Nunca esperes nada de otros por muy buenas cosas que hayas hecho a su favor. Solamente espera de tu Señor que Él si sabe valorar y recompensar lo que haces para él.
La vida se vuelve notablemente mucho más fácil cuando lo haces todo como para el Señor, cuando lleves esto a la práctica, entonces los demás ocuparán el lugar correcto frente al Señor. Ahora viene la demanda de Dios “Que todo lo que hagas lo hagas como para Él”, dicho de otra manera, “Sirve a tus semejantes como si le estuvieras sirviendo a Él”, “Extiende la mano como si lo estuvieras haciendo para el Señor”. Solamente así podrás mantener tu corazón sano y vivir a plenitud tus días.
No intentes agradar a nadie más que a tu Señor. Sigue sus pisadas, guarda sus mandamientos y esfuérzate al máximo por cumplir su divina voluntad en cuanto a tu vida.
Con aprecio y amor.
Hernando y Mary Aparicio